lunes, 1 de febrero de 2010

Añorado Kiosco

A partir del viernes pasado dejé de trabajar en el kiosco. Ahora me tengo que concentrar en estudiar para salvar mi año, pero realmente extraño trabajar.
Extraño a la gente loca que viene a mi casa de 5 hs por día para plantearme dilemas indecifrables, extraño a las señoras extravagantes que compran cigarrillos carísimos para matarse con estilo, extraño a los turistas (a los judíos sobre todo. Son los más simpáticos), a los de la zapatería de al lado, a los del local de informática del frente, a las hermanas de la mercería que eran las únicas que comían facturas con membrillo y llevaban un "puchito", al pintor de la galería que me hablaba como si me conociera desde hace años, extraño al doctor despistado, a la depiladora, a las hermanas haitianas, a los pasaban caminando muy pensativos como si el mundo se situara en su cabeza, a los abuelos y a las abuelas, a los nenes caprichosos que exigían a sus papás que les compraran un chupetín de $8... en fin. Creo que extraño el fiel reflejo de la sociedad concentrada en 10 metros cuadrados (o quizás menos).

P.D.: A las que nunca voy a extrañar son a las yankis creidas e ignorantes que no saben hablar ni un poquito (muy poquito, no soy tan exigente)de castellano, y que se dirigen a mí como si Yo tuviera la obligación de saber Su idiota (perdón, quise decir Idioma) estando en Mí País.

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